La epilepsia representa uno de los problemas neurológicos más frecuentes en perros y gatos. Se produce por una actividad irregular en las neuronas del cerebro animal y puede ser causada por diversos factores.
Este trastorno se da cuando muchas neuronas sobreexcitadas mandan señales eléctricas al mismo tiempo y chocan; es en este momento en que se produce el ataque epiléptico. Dos de las acciones más comunes del tratamiento es suprimir la fase tónica (inicial de las convulsiones) del electroshock y aumentar el umbral entre las neuronas.
Las causas de la epilepsia en perros pueden ser por intoxicación al consumir una sustancia, traumatismos en la cabeza, enfermedades metabólicas, tumores cerebrales, entre otras. Por su parte, la epilepsia en los gatos se origina por lesiones cerebrales, malformación congénita, enfermedades degenerativas o vasculares, toxoplasmosis y sus variantes.
Cómo y cuándo debe ser medicada la mascota
La epilepsia tiene cura según las causas y el tipo. Tanto en perros como en gatos, se divide en epilepsia idiopática (crónica), que es aquella que se manifiesta netamente por causas genéticas y no demuestra problemas estructurales; y la epilepsia criptogénica, que es causada por enfermedades secundarias.
La primera se diagnostica en los gatos jóvenes de 3 años de edad mientras que la segunda en gatos mayores que desarrollan enfermedades a lo largo de su vida. En cambio, en los perros la manifestación puede darse indiferentemente de la edad.
Las convulsiones se dan tanto focal como de forma generalizada. La clasificación de la epilepsia es un factor determinante en la aplicación del tratamiento ya que algunos tipos pueden curarse dependiendo de las causas. Por ejemplo, los ataques epilépticos pueden producirse debido a un tumor cerebral o una enfermedad secundaria que al tratarse de raíz hace que las convulsiones desaparezcan.
Los tratamientos más comunes para la epilepsia crónica (no tiene cura) son los anticonvulsivos utilizados para reducir el impacto de los ataques y la frecuencia de los mismos.
La mayoría de los veterinarios recomiendan iniciar el tratamiento cuando la fase postictal se extiende por más de 24 horas o es tan agresivo que causa ceguera, agresividad, desmayos, etc.; cuando la frecuencia de electroshock aumenta cada vez más o cuando tienen dos o más crisis en un período de seis meses.
Tratamientos: farmacología, dosis, efectos secundarios y monitorización
Fenobarbital
El Fenobarbital pertenece al grupo de los barbitúricos y tiene una efectividad de 60-93%. Es el más empleado ya que tiene acción sedante-hipnótica, anestésica, suprime la fase tónica de la respuesta de las crisis epileptiformes y aumenta el umbral entre las neuronas. Además, se consigue fácilmente y es el antiepiléptico más económico.
Es absorbido por el organismo en aproximadamente 2 horas. En gatos, la semivida de eliminación es de 34-50 horas y en perros 40-90 horas. Los niveles terapéuticos recomendados están entre 23-30 g/ml. Se usa como el primero antes que decidir por otro.
Los efectos secundarios, que pueden aparecer al iniciar el tratamiento o cuando la dosis se incrementa, por lo general desaparecen en 2 semanas. Se manifiestan por sedación, ataxia, polidipsia, poliuria, polifagia y cambios como la hiperexcitabilidad.
La hepatotoxicidad no ha sido evidenciada en los gatos, pero sí en los perros, aunque en una frecuencia y proporción muy baja. De igual forma, se ha evidenciado leucopenia, trombocitopenia, hipersensibilidad cutánea. Todas estas reacciones desaparecen tras suprimir el tratamiento.
La dosis recomendada para ambos es de 2.5-3 mg/kg vía oral cada 12 horas.
Es muy importante monitorizar las concentraciones terapéuticas de fenobarbital en suero que alcanzan niveles estables a las 3 semanas del inicio del tratamiento. A partir de este momento, se debe hacer análisis a los 15,45, 90 y 180 días; posteriormente, el chequeo será cada 6 meses.
Bromuro potásico
Por su parte, el bromuro potásico es una sal inorgánica y el segundo tratamiento anticonvulsivo empleado en perros y gatos que tiene una efectividad del 73%; al utilizarse como segundo tratamiento ligado con el fenobarbital, esta aumenta hasta un 95%. La tolerancia en gatos es rara.
El organismo lo absorbe más rápido que el fenobarbital, aproximadamente en 1 hora y media. La semivida de eliminación en gatos es 11 días y en perros es más larga, tarda entre 15 y 46 días. A diferencia del fenobarbital, no desarrolla hepatotoxicidad así que se recomienda a pacientes con patologías hepáticas.
Al igual que el fármaco anterior, los efectos adversos empiezan a manifestarse al inicio del tratamiento y van disminuyendo cuando los niveles terapéuticos son estables en la sangre. Entre el 35% y 42% de los gatos han manifestado neumonitis alérgica. Entre los efectos secundarios más comunes están la polifagia, polidipsia, poliuria, ataxia y debilidad. En otros casos se ha evidenciado vómito por la irritación de la mucosa gástrica producida por el bromuro potásico.
Se recomienda una dosis diaria de 20-40 mg al iniciar el tratamiento, aunque esto varía según la forma de administración, si es monoterapia o es utilizado para complementar otro fármaco. Para evitar que la mucosa se irrite debe administrarse en dos tomas diarias.
Levetiracetam
Inicialmente se utilizaba para complementar otros fármacos antiepilépticos, pero investigaciones recientes demuestran que puede emplearse como monoterapia, alcanzando una efectividad de hasta 64%. Es recomendado para pacientes con hepatopatías.
La semivida de eliminación en perros y gatos tiene un tiempo medio de 3-6 horas. Gracias a la unión con la proteína SV2A, actúa sobre el nivel del flujo de calcio neuronal y propicia que los neurotransmisores inhibidores se liberen.
Este medicamento se debe suministrar 20 mg/kg vía oral cada 8 horas o según lo indicado por el médico veterinario.
Los efectos adversos son muy raros, pero puede producir letargia, ataxia e inapetencia. Los niveles estables en la sangre se dan entre 1 y 2 días. Por los pocos efectos adversos que pudiesen manifestarse, la monitorización se debe hacer 1 semana después de iniciado el tratamiento. Se hace principalmente para que la dosis sea la correcta ya que tiene un nivel de seguridad alto.
Otros fármacos que se pueden suministrar en caso de requerir un cambio de tratamiento o intolerancia a los antes mencionados, son la Zonisamida, Pregabalina, Diazepam en gatos, Felbamato en perros y Topiramato. Estos son más difíciles de conseguir y más costosos, pero funcionan correctamente como alternativas.
Es muy importante llevar a la mascota a la clínica veterinaria antes de iniciar cualquier tratamiento; el especialista en neurología podrá realizar un diagnóstico certero y establecer el medicamento adecuado.
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