La malabsorción es un padecimiento muy común en los perros e implica dificultades que presenta su organismo para absorber con normalidad los nutrientes que provienen de los alimentos que ingieren.
Son muchas las enfermedades que pueden causar este problema; por ello, vamos a dedicar este artículo al análisis de cuestiones propias de este particular síndrome, que afecta el funcionamiento del intestino delgado del animal.
¿Qué es el síndrome de malabsorción intestinal?
En primera instancia, es importante saber que este síndrome no es en sí mismo una enfermedad, más bien representa un proceso derivado de alguna afección del intestino delgado o del páncreas.
El páncreas es el responsable de la secreción de enzimas que colaboran en el proceso digestivo, mientras que en el intestino delgado tiene lugar la absorción de lo obtenido. Por tanto, ambos son piezas claves en el proceso alimenticio del perro.
Se trata, básicamente, de un síndrome que afecta la capacidad del perro de desarrollar la digestión. Bien sea que algún tramo del intestino o el páncreas estén fallando, el perro no es capaz de absorber y aprovechar los nutrientes del alimento digerido.
¿Cuáles son los síntomas de este padecimiento?
Para detectar la posible presencia de este síndrome en el perro, es necesario estar atento a las siguientes manifestaciones:
- El animal no sube de peso.
- Presenta una disminución representativa de la masa muscular.
- Muestra un aumento anormal del apetito o disminución repentina del mismo.
- Come heces o artículos extraños como trozos de la pared, arena, tierra u otros, en búsqueda de recuperar los nutrientes perdidos.
- Sufre diarreas frecuentes, con olor a descompuesto.
- Se visualizan trozos de alimentos sin digerir en las deposiciones.
- El pelo alrededor del ano se muestra grasoso y se apelmaza con mucha facilidad.
- Tiene flatulencias frecuentes y sonidos intestinales muy fuertes, que es posible escucharlos con mucha facilidad.
- Vomita con frecuencia, de tonalidad amarilla.
En los casos más extremos que requieren atención médica inmediata, presenta acumulación de líquidos en la cavidad abdominal; además, puede visualizarse síntomas de anemia a través del color de las mucosas, como las encías y el párpado inferior.
¿Por qué sufren los perros SMI?
Existe una amplia variedad de factores, todos relacionados con el funcionamiento de las estructuras digestivas, que pueden llevar a nuestra mascota a sufrir malabsorción intestinal.
Es por ello que, para dar con el tratamiento adecuado, es fundamental averiguar cuáles son los factores incidentes.
Algunos de estos, son:
- Insuficiencia pancreática; el páncreas no produce enzimas digestivas para desarrollar el proceso digestivo.
- Enteritis infecciosa; se trata de una lesión en la mucosa digestiva, responsable de absorber los nutrientes y que se ve afectada por un proceso infeccioso-bacteriano.
- Enfermedad inflamatoria; en este caso, se trata de una enfermedad donde el sistema inmune ataca la mucosa intestinal, como si se tratará de un factor externo o enemigo del cuerpo. Eventualmente, se termina por destruir el segmento del intestino delgado.
- Extirpación quirúrgica de un segmento del intestino; la ausencia de un segmento considerable del intestino lleva a forzar el funcionamiento del resto, pudiendo provocar una parálisis inminente.
- Atrofia de la vellosidad intestinal de origen congénito; consiste en un desarrollo inapropiado de la vellosidad que se encarga de absorber los nutrientes obtenidos de los alimentos. Es la causa más frecuente en el pastor alemán.
- Colonia bacteriana demasiado desarrollada; una colonia bacteriana de flora intestinal anormal demasiado desarrollada, que afecta y sustituye la de funcionamiento promedio.
¿Cómo diagnosticar síndrome de malabsorción intestinal en perros?
Uno de los problemas principales de este cuadro de síntomas es que, por lo general, suele ser identificado como un trastorno digestivo leve o una gastroenteritis. Por ello, el primer protocolo de tratamiento suele ser sintomático.
Sin embargo, al percatarse que el proceso diarreico no se detiene con los medicamentos habituales y el cuadro anémico se recrudece, comienza a considerarse la opción del síndrome de malabsorción intestinal.
A partir de aquí, es necesario desarrollar una variedad de exámenes y pruebas, entre las que destacan una prueba de heces, ecografía abdominal y hasta una endoscopia. No obstante, el examen decisivo es la biopsia intestinal.
¿Cuáles son las expectativas de vida del perro con SMI?
El pronóstico del síndrome de malabsorción intestinal va a depender de la enfermedad que ha dado origen al problema. Así, si el origen es pancreático, las expectativas son bastante buenas, pues solo con seguir el tratamiento el perro logrará evolucionar.
Ahora bien, si se trata de una enfermedad del tracto del intestino delgado, las expectativas de calidad de vida disminuyen hasta el punto que se puede llegar a considerar la eutanasia como una alternativa para evitar el sufrimiento del animal.
¿En qué consiste el tratamiento del SMI?
El tratamiento adecuado para este padecimiento está basado en reconocer el origen del síndrome. Sin embargo, en líneas generales, el tratamiento incluye una revisión detallada de la dieta del animal, así como incluir medicación que combata los síntomas subyacentes.
Entre los medicamentos a emplear se suele usar un cóctel de antibióticos, inmunodepresores y algunos corticoides, los cuales ayudan a disminuir la inflamación de cualquier segmento, así como a suavizar la respuesta inmuno-agresiva que deteriora la mucosa.
En el caso de la atrofia de la vellosidad, con una dieta libre de gluten es suficiente, mientras que cuando se trata de una colonia anómala de bacterias intestinales, los antibióticos son la mejor alternativa.
Por otro lado, al tratarse de fallos en las enzimas pancreáticas, se administran las mismas a través de suplementos, en compañía de una fuerte carga de vitaminas y una dieta libre de factores de riesgo del intestino.
El síndrome de malabsorción intestinal es uno de los cuadros clínicos más complejos de diagnosticar y tratar en un perro. El mismo requiere de un seguimiento constante y de un tratamiento oportuno.
Por ello, en el momento de tomar una decisión, resulta crucial considerar la calidad de vida del perro por sobre todas las cosas.
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