Una infección en el útero generada por diversos factores puede producir piometra, enfermedad padecida por perras y gatas en edad reproductiva y que puede llegar a ser mortal si no es tratada a tiempo, de ahí la importancia de actuar con urgencia al momento en que es detectada.
Esta afección también se puede presentar en hembras de hurón, conejo y cobaya, aunque de manera menos frecuente. Por lo general, se presenta después del celo, cuando están más altos los niveles de progesterona y suele causar problemas renales futuros a los ejemplares que la padecen.
Piometra: una enfermedad hormonal infecciosa
La piometra es una enfermedad hormonal infecciosa del útero y cuyo desarrollo, pese a ser conocida desde hace muchos años, es aún materia de estudio por parte de los científicos. Si bien esta patología se produce por la presencia de bacterias, es sabido que la progesterona y el estrógeno desempeñan un papel preponderante en el desarrollo de esta afección.
Diversos análisis realizados al tejido del útero de animales infectados dan cuenta de la presencia de bacterias que suelen encontrarse en la vagina o en los intestinos, por lo que se considera una infección ascendente que procede de la vagina, contaminación fecal o una infección urinaria simultánea.
Ahora bien, durante la fase lútea del ciclo reproductivo o celo del animal, la progesterona llega a alcanzar niveles muy altos en la sangre, considerándose esta como la principal responsable de la patología.
Además de comprometer la capacidad reproductiva de la hembra, la piometra también puede ser letal para el animal. Su prevalencia es muy alta en las hembras de edad media y adulta, así como en las más jóvenes que han recibido algún tipo de tratamiento hormonal.
De esa forma, la piometra se produce como consecuencia de un aumento considerable de los niveles de progesterona, que desarrolla cambios hiperplásicos en la membrana mucosa que recubre la cavidad del útero, favoreciendo la contaminación bacteriana secundaria.
En la gran mayoría de los casos, el agente que causa la infección es la enterobacteria Esterichia coli, mientras que en una menor proporción están involucrados estafilococos y estreptococos. En las hembras jóvenes, la administración exógena de estrógenos o de progestágenos también pueden impulsar la aparición de esta enfermedad.
Clasificación y diagnóstico de la enfermedad
Tomando en cuenta los signos clínicos locales, la piometra puede ser clasificada en dos tipos; la piometra a cuello cerrado, en la que no se observa descarga vulvar debido a que el cuello del útero se mantiene cerrado y que suele estar acompañada de una distensión abdominal; y la piometra a cuello abierto, en la que sí se observa descarga vulvar de forma continua o intermitente por la permeabilidad del cuello del útero.
También, es posible clasificar la enfermedad de acuerdo a su evolución, la cual puede ser aguda, asociada con septicemia y que provoca la muerte en muy poco tiempo, aunque no es la más común; o crónica, que es la más frecuente y que tiene a la insuficiencia renal aguda como su complicación más grave, lo que también puede originar la muerte del animal.
Para realizar un diagnóstico adecuado, el veterinario toma en cuenta el estado de la hembra afectada, la cual se suele encontrar en la etapa final del celo, denominada fase de diestro. Además, considera si existen antecedentes de administración de estrógenos o progestágenos.
Algunos de los signos clínicos característicos de la enfermedad son:
- Abatimiento.
- Anorexia.
- Abdomen dilatado.
- Aumento considerable de la sed.
- Descarga vulvar.
- Micción excesiva.
La exploración física y algunos exámenes complementarios como la toma de placas radiográficas, ecografía y hematología, pueden ayudar a obtener un diagnóstico definitivo de esta enfermedad.
En caso de existir afección renal asociada, el pronóstico de la piometra es muy grave, por lo que resulta indispensable evaluar los niveles de urea y creatinina.
Tratamiento de la piometra
La cirugía es el tratamiento tradicional de esta afección, lo que representa el fin de la vida reproductora de la hembra. No obstante, en la actualidad existe un tratamiento a base de medicamentos que permite evitar el procedimiento quirúrgico, aunque su eficacia está condicionada al nivel de gravedad de la afección, la edad de la hembra o la presencia de otra enfermedad concurrente.
El tratamiento farmacológico, que consiste en la administración de prostaglandinas y antibióticos, presenta resultados favorables recién a partir de las 48 horas de iniciado, razón por la cual no es recomendado en los cuadros más graves; además, trae consigo algunos efectos secundarios como temblores y excesiva salivación, aunque su aparición va a depender de la dosis, vía y frecuencia de la administración.
En caso no sea posible optar por el tratamiento farmacológico o este no haya brindado los resultados deseados, el veterinario propondrá la alternativa quirúrgica, siendo esta última la única opción posible para tratar a las perras adultas o cuando el estado de la enfermedad es de gravedad.
La cirugía consiste en la extirpación del útero y los ovarios y es considerada la solución más segura, representando el tratamiento más utilizado en la mayoría de los casos. Durante el postoperatorio, es preciso controlar los signos de infección a fin de evitar cualquier complicación en la salud del animal.
Cuando el procedimiento quirúrgico ha sido realizado a tiempo, la evolución del animal es favorable, no obstante, de acuerdo a ciertos factores como el estado de la enfermedad o la edad de la hembra, existe la posibilidad de que la mascota no soporte la cirugía y muera durante el procedimiento o en el postoperatorio.
También, debemos considerar que es usual que las hembras que han padecido piometra padezcan de insuficiencia renal de por vida, condición que deberá ser controlada por el veterinario.
Por su condición de enfermedad infecciosa grave, es esencial que la piometra sea detectada a tiempo, a fin de salvaguardar la salud del animal; así, ante las primeras sospechas, se recomienda llevarla cuanto antes a una revisión veterinaria. Además, se aconseja utilizar solo en ocasiones los medicamentos anticonceptivos en las hembras y realizarles una esterilización temprana cuando no se quiera tener descendencia.
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