Por lo general, las gatas son perfectamente capaces de hacer el trabajo de parto; de hecho, lo más natural es que se escondan para hacerlo solas. Sin embargo, no por esto debemos descuidar el proceso ya que puede llegar a ser estresante para nuestra mascota.
La clave es saber actuar cuando llega el momento y por eso necesitamos conocer cómo se desarrolla el proceso de parto de una gata.
Los momentos previos al parto
El proceso de gestación de una gata tiene una duración promedio de entre 57 y 63 días por lo que, cerca de las nueve semanas después de la fecundación, debería estar entrando en proceso de dar a luz.
Si no conocemos el tiempo que lleva el embarazo, la mejor forma de saberlo además de llevarla al veterinario y hacerle ecografías es evaluando el comportamiento de la gata.
La semana antes del parto, todas las rutinas de la gata cambiarán y comenzará a rebuscar entre la casa el que será el espacio propicio para el parto. empezará a entrar en los armarios, acurrucarse en rincones o meterse debajo de las mesas.
También, podremos notar mucho movimiento en su abdomen y no será raro que, aunque la gata se vuelva más sedentaria, no se quede quieta en una sola posición, dado el movimiento de los cachorros. En algunos casos pueden llegar a jadear, por la presión del embarazo.
En esta etapa, es fundamental ir preparando el espacio para el parto. Para ello, se recomienda habilitar unos cojines lo suficientemente cómodos y cálidos que le sirvan como cama, con el fin de que la asocie como el lugar correcto.
Puede darse el caso de que la gata se acomode para dar a luz en algún otro lugar que considere más apropiado, por lo que deberemos trasladar todos los cuidados mínimos a dicha zona.
El inicio del proceso
Aproximadamente 24 horas antes del parto comienza el proceso de dilatación y producción de la leche; es en este periodo en el que los cachorros comenzarán a moverse de forma más frenética en el vientre.
A partir de este punto la gata se tornará muy inquieta, caminará de un lado a otro y hará maullidos con quejidos, que serán más intensos a medida que avancen las horas.
También, será común que busque estar en donde está su dueño, subiéndose a la cama, escondiéndose en espacios en donde se encuentra o buscando contacto con él.
Lo más común es que empiece a ronronear muy fuerte.
Los jadeos también son normales y llegan como respuesta al dolor del parto, por lo que es conveniente hacerle cariño, darle palabras de aliento y acompañarla tanto como ella lo desee.
Justo en el momento del parto, cambiará la temperatura rectal de la gata y adoptará una postura como si quisiera defecar. A partir de ahí, comenzarán las contracciones y empezarán a nacer los cachorros.
¿Qué hacer durante el parto?
Es preciso no intervenir en nada durante el proceso y dejar que la gata, por sí sola, dé a luz y limpie a sus crías. Si llega a darse el caso en el que, durante el parto, la gata se detiene y continúa pujando sin éxito, puede resultar necesario llevarla al veterinario.
Pocas veces las gatas son incapaces de dar a luz a sus propias crías, pero, ante cualquier complicación, es fundamental tener a la mano el número de emergencia de la clínica veterinaria. Debemos evitar a toda costa forzar el parto o extraer alguna de las crías.
El proceso de nacimiento puede tomar de 30 a 60 minutos y es necesario que la gata tenga a su alcance comida y agua fresca, por si necesita reponerse.
Una vez nacidas todas las crías, la gata se concentrará en amamantarlas y cuidarlas.
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