Olvido, desorientación, falta de memoria y alteraciones de la personalidad, son solo algunos de los síntomas que pueden estar indicando la presencia de Alzheimer en los perros, una condición que se presenta en los canes de edad avanzada y que se caracteriza por generar cambios muy marcados en el comportamiento del animal.

También llamado Síndrome de Disfunción Cognitiva o demencia canina, el Alzheimer en los perros afecta la memoria del animal de la misma forma en que lo hace en los seres humanos, deteriorando su calidad de vida. No obstante, muchos de estos signos también aparecen en otras enfermedades, por lo que resulta importante realizarle un análisis detallado para dar con el diagnóstico indicado.  

Alzheimer canino: una patología neurodegenerativa

Los perros envejecen a un ritmo más acelerado que los seres humanos, por lo que podemos observar los estragos del paso de los años en su cuerpo. Se considera que, a partir de los 8 años, estos animales empiezan a sentir síntomas de envejecimiento y, por lo tanto, entran en la denominada tercera edad, que puede llegar en algunos casos a ser muy larga.

Algunos perros viven toda su vida sin manifestar problemas de salud, especialmente en el plano mental, sin embargo, según algunos estudios, más de la mitad de ellos mayores a los 8 años de edad pueden experimentar síntomas del llamado síndrome de disfunción cognitiva o alzheimer canino, una patología neurodegenerativa que afecta sus capacidades cognitivas y su relación con el entorno. 

Cambios fisiológicos en el cerebro del perro relacionados al envejecimiento sumado al cúmulo de proteínas a nivel encefálico, podrían ser los causantes del Alzheimer en los perros. La probabilidad de que el perro, con el paso de los años, llegue a padecer esta enfermedad es bastante alta, incluso, gran parte de los comportamientos que atribuimos a otras patologías se presentan como consecuencia del alzheimer canino.

Es usual que el dueño atribuya los síntomas que presenta el perro a signos propios de la edad del animal. No obstante, es posible identificar esta enfermedad tomando en cuenta cuatro categorías sintomáticas bien diferenciadas:

  • Alteraciones en el ciclo del sueño.
  • Alteración en las relaciones sociales.
  • Pérdida de memoria.
  • Retraso en el aprendizaje y desorientación. 

Manifestaciones clínicas del Alzheimer canino

En principio, el perro que padece de Alzheimer puede presentar una alteración en su ciclo del sueño, durmiendo en horas que no son las habituales como, por ejemplo, durante la mañana, mientras se mantiene despierto durante gran parte de la noche.  

Primordialmente, el Alzheimer afecta la memoria y la falta de concentración. Esta condición se puede notar cuando deja de obedecer órdenes que antes cumplía sin problemas. La falta de concentración se manifiesta cuando el animal deja de prestar atención a los gestos e indicaciones de su amo u olvida su significado. 

Es usual que el animal se muestre desorientado, perdiéndose en las calles que conocía a la perfección en el pasado, incluso, con dificultades para reconocer su propia casa. El perro con Alzheimer suele desplazarse por la casa de forma insegura, sin reconocer los caminos y sin identificar sus propios objetos. 

Además del olvido, el perro que padece de esta patología tiene dificultades para retener lo que se le está enseñando; también, es posible notar ciertos cambios en su comportamiento, como empezar a hacer sus necesidades dentro de casa o cualquier otra alteración vinculada a su conducta habitual.   

Los cambios de humor también son habituales en los perros con Alzheimer; así, es usual que se muestren irritados, malhumorados o, en muchas ocasiones, agresivos con sus propios amos. Dentro de estas alteraciones del comportamiento también podremos notar manifestaciones de pereza o desidia, aislándose de su entorno.     

Como consecuencia de estos cambios que se están produciendo en el organismo del animal, es común que el perro aumente considerablemente sus niveles de estrés y ansiedad.  

Diagnóstico y tratamiento del Alzheimer en los perros 

El adecuado diagnóstico del síndrome de disfunción cognitiva está basado en la elaboración de una correcta anamnesis, en la que el veterinario efectuará una recopilación de información relevante respecto a la salud del animal y a los cambios que se han producido en su conducta. La historia clínica debe incluir un detallado examen clínico y análisis complementarios que permitan un diagnóstico certero. 

Entre los exámenes complementarios, el profesional veterinario tomará una muestra de sangre con la finalidad de descartar cualquier otra patología primaria que pueda estar produciendo los síntomas observados en el perro. De detectarse alguna otra enfermedad que esté generando estas alteraciones, el especialista establecerá el tratamiento adecuado para dicha condición.  

Una vez determinado el Alzheimer en el animal, el veterinario clasificará el grado en el que se encuentra a enfermedad y el tratamiento a seguir, estableciendo las medidas de control que se deberán tomar. En la actualidad, esta enfermedad no tiene cura y el tratamiento está orientado a ralentizar la progresión de la enfermedad y a brindarle calidad de vida al perro.  

Dicho tratamiento toma en cuenta la prescripción de ciertos fármacos, cambios en la dieta y la implementación de hábitos y modificaciones en la conducta del animal. Generalmente, el veterinario ordena la realización de estas terapias en paralelo y lo más tempranamente posible.

Tanto el diagnóstico precoz como la implementación temprana del tratamiento, son factores clave para mejorar la condición del animal, repercutiendo favorablemente en la calidad de vida del perro.    

Consejos para ayudar a un perro con Alzheimer

Algunas pautas en el cuidado del perro pueden ayudar a retrasar la aparición de Alzheimer o ralentizar su avance. Entre ellas, el cuidado en su alimentación es esencial, con una dieta especial de acuerdo a su raza y edad. Es importante que la dieta sea rica en vitaminas y antioxidantes. 

Procurar un ambiente tranquilo para el perro lo ayudará a disminuir sus niveles de ansiedad y estrés, evitando situaciones de irritación y violencia.   

Por último, es importante establecer una rutina en el animal, brindándole sus alimentos siempre a la misma hora, sacándolo a pasear en el mismo momento del día y repitiendo los mismos juegos de forma puntual y rutinaria.